Valle Gran Rey no sólo es el centro turístico más importante de la isla, sino que su extenso territorio, desde las montañas hasta el mar pasando por el valle que da su nombre albergan un acervo cultural y etnográfico inmenso. Agricultura, ganadería, artesanía y tradiciones culturales se unen desde la montaña y el valle para coincidir en la costa con el inequívoco sabor marinero de este precioso pueblo.

La belleza de sus paisajes, salpicado por innumerables palmeras, convierte al municipio en un amalgama de barrios de casas blancas que contrastan con el verdor de sus parajes: Guadá, El Guro, La Vizcaína, son alguno de estos núcleos de los que parten numerosos senderos que lo unen con Las Hayas, la gran meseta de la Mérica o el próximo pueblo de Chipude.

El mayor atractivo del municipio son sin duda sus playas, las mejores existentes en la isla y donde la finísima arena negra se mezcla con la pureza azul de sus aguas. Cuenta con la playa de Vueltas, situada junto al puerto; el Charco del Conde, una pequeña bahía natural donde los más jóvenes disfrutan del baño; la Playa y la Puntilla, situada en la zona más al poniente y de una extensión considerable o la Playa del Inglés, quizá uno de los rincones más impactantes de la isla, donde la arena negra y la bravura de sus aguas se equilibran ante los riscos de la Mérica en un enclave natural sin comparación en las Islas Canarias.

Cuenta con una infraestructura de apartamentos y alojamientos muy nutrida, así como con todo tipo de servicios de ocio y tiempo libre. Destacan las visitas que parten desde el puerto de Vueltas hacia los Órganos, en el vecino municipio de Vallehermoso y que constituyen una verdadera maravilla de la acción de la erosión sobre la piedra calcárea. Varias empresas también se dedican al alquiler de bicicletas para el cicloturismo u organizan actividades de senderismo debido a que cuenta con una situación estratégica para las comunicaciones en la isla, así como una red de senderos perfectamente adaptadas para los usuarios.